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TIATORDOS la montaña perfecta

NO PUDO SER

Que nada, que como uno intenta que sus niñas comiencen la aventura de coger libros en la Biblioteca, esta tarde nos largamos a la que tenemos más cerca de casa. Por un lado para coger libros nuevos y para devolver los que nos caducan ; que los hábitos se crean,según dicen,desde pequeñines.Además,que uno tampoco es tonto,no vaya a ser que nos quedemos sin carné un mes,precio que se paga,por no devolver los libros a su tiempo.
Con toda la ilusión del mundo y con el carné en toda regla y los libros en perfecto estado de revista – que mis niñas cuidan las cosas del vecino como las propias- encontramos que la biblioteca infantil estaba cerrada...pero ese es otro tema o ¿los niños,por orden supremo,no leen en vacaciones?.Continuemos, bajamos una planta y devolvemos en la de adultos nuestros libros, pero eso si, recibiendo la regañina del bibliotecario, pues la más pequeña, que cuenta solo tres años, en los tres minutos que duro la entrega de los libros, hablaba más alto de lo normal, según apreciación personal del –sub-so-dicho-. Tenemos que aclarar- mis niñas y yo mismo- que durante el corto espacio de tiempo, la niña intentaba comprender –y por ello preguntaba- como el mencionado SEÑOR pudiera quedarse con sus libros si no era ni el sitio ni el señor que le recoge los libros otras veces. Pero-es mi aclaración y no de ellas- menos entendía, como muy bien comprenderán ustedes, que tenia que marcharse sin poder escoger otros nuevos, un rito que cumple desde que tiene dos años.
Agradecemos encarecidamente al -sub-so-dicho- su gran comprensión ante el interés lector de los infantes, así como la preocupación mostrada por mantener el silencio en una biblioteca, que en ese preciso momento, contaba con tres lectores. Tampoco puedo terminar, como no podía ser menos, sin pedir mil perdones al –sub-so-dicho- por los tres minutos perdidos y agradecerle que la niña entendiera- en ese mismo momento- que el sub-so-dicho “es un enfadica”.AMEN

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